
Vacunas y Antivacunas
Ustedes habrán escuchado tanto como yo acerca de los “MOVIMIENTOS ANTI VACUNAS” en distintas partes del planeta, y lamentablemente, (me hago cargo del uso del término) también en nuestro país.
Muchas de estas ideas, relativamente nuevas, tienen su origen en un artículo de una prestigiosa revista médica inglesa en el año 1998 en la que el Dr. Wakefield anunció que había una relación entre la vacuna triple viral (sarampión, paperas, rubeola) y el autismo. Dicha afirmación se basó en entrevistas que él mismo (y algunos colegas) habían realizado a 11 padres de niños con autismo, 8 de los cuales relataron que sus hijos comenzaron con los síntomas luego de la aplicación de dicha vacuna.
Con este “puntapié inicial” comienza una serie de conclusiones que deben ser analizadas:
〈 Cuando se hace un trabajo científico, cuánto más grande es el universo estudiado, más valen sus conclusiones: el resultado de estudiar solamente 8 chicos no puede ser extrapolado en un universo con miles de millones.
〈 Las enfermedades del espectro autista, no suelen diagnosticarse antes del año de vida, ya que debido a las características de la evolución psicomadurativa del cachorro humano no se hacen notorias algunas de las “luces rojas” que alertan sobre esta patología, y éstas comienzan a ser visibles y llamar la atención luego del año en el mejor de los casos.
– Claro que todos, padres, docentes, pediatras…. en ese momento comenzamos a preguntarnos: porqué? Qué pasó? Y una de las cosas que ocurren al año es que nuestros hijos recibieron la vacuna triple viral. TIENE QUE SER ESO!! y creamos entonces un vínculo ilusorio entre la causa y el efecto (a alguien hay que echarle la culpa)
– A esta altura ya no importa si millones de niños vacunados no fueron luego autistas
– A esta altura ya no importa si existía el autismo antes de la incorporación de la vacuna
– A esta altura ya no importa si previo a los síntomas recibieron alguna otra cosa
– A esta altura ya no importa si en las poblaciones no vacunadas la tasa de autismo se mantuvo igual, pero aumentó la mortalidad por sarampión y rubeola congénita, así como las complicaciones por paperas.
– Menos importa si el autor del trabajo terminó confesando que todo fue un fraude y estaba arreglado con un buffette de abogados que pretendían litigar contra los laboratorios.
– La semilla del ilusorio vínculo entre ambas cosas ya estaba sembrada, y solo necesitaba tiempo.
El tema es que “LA MALDAD DE LA TRIPLE VIRAL” se extendió a otra vacunas, y algunos padres “eligen” no vacunar a sus hijos (aunque sea una obligación de su parte hacerlo, y un derecho de los niños a recibirla, tan importante como es el alimento o la educación) sin tomar en cuenta a la gran variedad de enfermedades prevenibles a las que los exponen, y no digo que lo hagan por maldad, por ánimo de maltratarlos, o por ignorancia: lo hacen por estar mal informados.
Luego de la potabilización del agua, la vacunación es la estrategia de salud pública mas efectiva y menos costosa que permitió desde su descubrimiento e implementación, salvar millones de vidas y evitar miles de millones de discapacidades de las más diversas.
A esta altura, usted se puede plantear entonces: “si, entiendo todo lo que dice, pero si mi hijo va a una salita donde todos están vacunados, no tiene posibilidad de enfermarse, porque nadie lo va a contagiar”. Este razonamiento, en parte veraz, no tiene en cuenta dos aspectos que me parece importante mencionar:
1) Vacunarse es un acto solidario, ya que si bien me protejo yo, también evito contagiar a otro. Un ejemplo válido es el caso de la rubeola, donde al vacunar a nuestros hijos, evitamos que ellos puedan contagiar a una embarazada, quien si adquiere la enfermedad durante la gestación, su bebé tiene muy altas probabilidades de nacer con múltiples malformaciones (si logra que su embarazo llegue a término)
2) Por más que todos en la sala estén vacunados, el tétanos por ejemplo, no se transmite de persona a persona, y aunque mi hijo sea sano, alimentado de la forma lo más natural posible, y sea el mejor compañero de todos, frente a una herida infectada con la bacteria del tétanos, esta enfermedad puede enfrentarlo con una alta posibilidad de mortalidad.
Si, algunas vacunas tienen algunos efectos adversos sumamente infrecuentes (el autismo claramente no es uno de ellos), igual que cualquier medicamento que usted les dé (basta solamente mirar el prospecto de algún antifebril, el que usted elija) pero a la hora de poner en la balanza, de un lado el riesgo, del otro lado el beneficio, claramente ésta se inclinará hacia uno de ellos. ¿A cuál? con solo informarse y reflexionar mirando la historia de los últimos años de la humanidad, usted sabrá hacia que platillo me refiero.

Dr. Sergio Snieg Médico Pediatra
Dr Sergio Snieg Médico Pediatra
Prosecretario del Comité Nacional de Pediatría General Ambulatoria de la Sociedad Argentina de Pediatría.
mail: [email protected]
Twitter: @sergiosnieg
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