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Después del primer hijo

Clara tiene 29 años y fue mamá por primera vez. Al igual que muchas mujeres, ella tiene una relación muy simbiótica con su bebé y forma una especie de círculo a su alrededor en donde Gustavo, su pareja, suele quedar afuera. Así lo vive ella: “Franco cumplió ayer tres meses y yo todavía no puedo reaccionar. Es imposible no derretirme cuando me dedica una sonrisa o cuando se queda dormido en mis brazos. Me parece mentira que ese bebé tan lindo, tan perfecto, haya estado hace unos meses dentro mío. Creo que nunca sentí por alguien lo que ahora siento por él. Me pasaría todo el día mirándolo embobada, sin necesidad de hacer otra cosa. En cambio, Gustavo, en lo único que piensa es en que podamos volver a tener relaciones ¿Cómo puede preocuparse por algo así en un momento como este?”.
Este es uno de los mayores inconvenientes que tienen los padres primerizos. Una situación en donde los primeros en notar las carencias son los hombres.
Como ya vimos, maternidad y erotismo son cosas opuestas ancestralmente. En este período se produce un profundo cambio en la imagen de la pareja: deben acostumbrarse a verse como “mamá” y “papá”. La mayoría de las veces cuesta mucho encontrar la semejanza entre estos nuevos personajes y los que antes disparaban el deseo del otro. Y quienes llevan esto como una carga pesada son las mujeres, que tienen que poner a punto su cuerpo, su nuevo rol de madre y pareja, en un momento de profunda adaptación. Porque aunque los tiempos hayan cambiado,los roles se complementen y hoy los hombres cambien pañales, laven los platos y se levanten en la mitad de la noche a acunar al bebé, los cambios más grandes siguen produciéndose en la mujer. Ella está muchas horas más que el hombre junto al bebé. El está más abstraído, tiene más tiempo para reflexionar sobre el nuevo integrante y también más tiempo de “verse” sin el bebé.

De qué se quejan ellos
Los hombres no son de fierro. Ellos también se sienten muy felices y por cierto distintos con la llegada del bebé. Pero justamente por ser diferentes, suelen sentirse mal porque:
. Sienten que su mujer está rara física y psicológicamente, que no tiene ganas de tener sexo y que evita todo contacto con él.
. Suelen tener dificultades para adaptarse a la nueva imagen de su mujer. A algunos les gusta mucho que ella esté embarazada o amamantando, porque el cuerpo está distinto y los pechos han crecido mucho. Pero también están aquellos a los que les cuesta más aceptar y adaptarse a ese cambio.
. En algunos casos, se lamentan porque ahora ella tiene otro motivo para decir “no”. (Para algunas parejas, el embarazo es una excusa más. Si no tienen una buena sexualidad, es el momento para alejarse un poco).
. Sienten que la mujer demanda demostraciones afectivas, en lugar de sexo. “Haceme un masajito acá” ,”Abrazame fuerte”, “Acariciame la espalda” “¿Me querés?” “¿Me extrañaste hoy?”. Como estas situaciones no pasan “a mayores”, los hombres, muchas veces, las sienten como “demandas histéricas”.
. El hombre percibe que todo es un caos, que tanto la casa, como la vida de la pareja están inmersos en un profundo desórden y eso lo descoloca y, a veces, lo desgana. Probablemente les suceda a aquellas parejas que estaban acostumbradas a las escenas románticas, a la espera del otro, a las charlas ininterrumpidas y hoy, además del desórden, muchos se sienten desplazados.
. Las salidas son diferentes. Antes había que bañarse, vestirse y chau, estaban los dos disponibles para hacer lo que se les antojara o lo que tenían planeado. Hoy sienten que hay que salir con “un camión de mudanzas” (mamaderas, bolso, pañales, chupetes, sonajeros, chiches, ropa de repuesto, a veces corralito o moisés) si lo único que desean es movilizarse hasta la casa de su suegra que queda a diez cuadras.

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De qué se quejan ellas
. Después del parto, a muchas mujeres les da vergüenza estar desnudas delante de su pareja porque se sienten excedidas de peso, están cansadas y se fatigan rápido.
. Generalmente los reproches de las mujeres tienen que ver con la insistencia de su pareja en querer tener relaciones. Ellos suelen reclamar más porque se sienten desplazados y no se dan cuenta de que ellas realmente tienen la cabeza en otro lado. Y las mujeres, ciertamente están cansadas físicamente porque además, el lugar que ocupa en sus vidas ese bebé es muy importante.
. Lo peor es que, si después de varias insinuaciones la mujer sigue diciendo que no, ellos se ofenden o se sienten rechazados. Es un momento muy especial para las madres recientes, les cuesta cortar con la situación, encontrar un equilibrio, pensar en el sexo. Muchas veces tienen más ganas de dialogar que de hacer el amor.
. A los hombres les cuesta comprender y respetar que esos primeros meses después del nacimiento son muy especiales para la mujer y que un “no” simplemente tiene que ver con una negación a ese pedido y no al amor.
A veces al hombre le cuesta mucho verla “rápidamente” como mujer y madre al mismo tiempo y no sentir rareza o hasta culpa cuando trata de gozar. En ocasiones se le suele entremezclar su nuevo rol de papá, o está pendiente de los ruidos o las necesidades del bebé que está en la habitación de al lado sólo porque él estuvio todo el día fuera de la casa. A algunos le cuesta mucho volver a conectarse con su mujer y con su nueva vida de pareja.

La unión hace la fuerza

La reanudación de la actividad sexual no es responsabilidad de uno solo, sino una búsqueda y una exploración conjunta de la pareja. Durante este período de recuperación son importantes las charlas que se mantengan acerca de los gustos, disgustos, deseos, necesidades, aspiraciones y limitaciones de cada uno en materia sexual.
Es necesario un cable a tierra. Muchas parejas pretenden llevar el mismo ritmo de vida que tenían antes de ser padres y eso es imposible. Ya no podrán, por ejemplo, salir y entrar cuando tengan ganas, dormir doce horas seguidas o hacer el amor ni bien se despiertan porque tal vez sea el “horario” de la primera mamadera. Un hijo impone un ritmo y cuanto antes se asuma, mejor. Será necesario aprender a “retomar la inspiración” las veces que el bebé se encarga de “cortarla”.
Durante los primeros tiempos después del parto, en general, la mujer no quiere tener relaciones sexuales por problemas físicos u hormonales. El trastorno más común es el dolor que muchas veces está producido por la episeotomía o la cicatriz de la cesárea o también la hemorroides, muy común en los partos. Pero estos síntomas de los primeros días pueden desaparecer y continuar la falta de deseo que, sumado a los cambios hormonales, producen una menor lubricación. Todo esto está relacionado con la parte emocional de cada pareja. Están aquellas que retoman las relaciones sexuales antes del “alta médica” formal porque sienten que ya pueden hacerlo. Volver al sexo después del parto es un momento muy personal de cada pareja, surge espontáneamente un día determinado que puede darse luego de juegos sexuales o por una mejor predisposición de ambos.
Después del segundo bebé, las parejas suelen retomar el sexo más fácilmente que con el primero. Es necesario erradicar el concepto de dolor o enfrentarse con viejas fantasías. Muchas mujeres viven estos momentos como su “primera vez” y se encuentran cara a cara con algunos recuerdos o sensaciones dormidas, ya sean bunas o malas.

Una vez transcurridos, los primeros días después del parto, la pareja reaunuda sus relaciones, pero también pueden enfrentarse a otro cambio. Se trata de que el reflejo de la lactancia actúa por contacto, entonces los receptores que están en el pezón, al recibir estínulos similares a la succión del bebé, mandan la orden al cerebro para que salga la leche. Y además, como si esto fuera poco, los bebés se despiertan en la mitad de la noche, y eso también afecta a la sexualidad de la pareja.
Con la llegada del bebé cambia el físico de la mujer, los espacios, los horarios, los ruidos, las horas de sueño, las responsabilidades. La vida de pareja comienza a ordenarse. Cambian los valores, las prioridades, los intereses e incluso, también los afectos.
Si la pareja estaba muy unida antes de tener hijos, logrará superar el bache con una relación aún más sólida. Tienen un proyecto delante: SU HIJO. Para eso es necesario:
. Escuchar al otro y chequear con él qué cosas necesita. Es importante hablar todo lo que les está pasando para evitar malos entendidos.
. Reconocer que cada uno tiene su propia realidad. Así podrán ponerse en el lugar del otro y darse cuenta de las distintas necesidades de cada uno.
. No dejar que el bebé comparta el espacio de intimidad de los padres. Tampoco es bueno que esté demasiado cerca. La energía que se genera en una relación sexual es percibida y aunque sea un bebé, puede excitarse y ponerse muy ansioso. Para eso, debe permanecer en el cuarto de ustedes lo menos posible. Al retomar las relaciones sexuales ya es conveniente que esté en la habitación de al lado. Por más que muchos padres argumenten que es más cómodo tenerlo cerca para poder darle de mamar en la mitad de la noche, hagan el sacrificio. Después de un tiempo no tendrán problemas para trasladarse a la habitación de al lado. Si pueden caminar de día también podrán hacerlo a la noche. Además, la lejanía permite abstraerse más del bebé y disfrutar de un momento de intimidad con la pareja.
. No despedirse de la seducción. Recuerden la primera vez que se encontraron como pareja y se atrajeron como hombre y mujer: luchen para volver a ese juego.
. Aprender a vivir la sexualidad en otras condiciones. Ya no habrá más sexo al azar, en cualquier momento y en cualquier lugar. Habrá que destinarle un tiempo, será mejor planteárselo así de entrada. Esta etapa representa una oportunidad para comprender que la sexualidad es mucho más amplia y rica de lo que imaginamos.

Lic. Beatriz Goldberg
[email protected]
www.beatrizgoldberg.com.ar
(011) 15-4972-9711

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