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La vuelta al trabajo

La vuelta al trabajo

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Lo importante es plantear lo más abiertamente posible todas las opciones, pensar lo que nos parece positivo y negativo de cada una y evaluar teniendo en cuenta los criterios de ambos padres.

La llegada de un hijo modifica nuestra vida con adaptaciones constantes en muy poco tiempo. Cada día se presenta desafiante con tiempos particulares y singulares. La fusión que existe entre la mamá y el bebé se percibe en la mirada de ambos y hasta diría en el aire.

 Los diálogos familiares giran en torno al recién llegado y comienzan a ponerle palabras a las acciones y deseos de este nuevo “sujeto” que integra la familia.

Si imaginamos un cuadro de la vida cotidiana en ese momento ¿qué colores se usarían?…
¿Tendría sólo colores pastel que representan la belleza, la felicidad, la alegría? ¿o lo imaginamos con algunos grises y negros representando la ardua tarea de ser padres, las noches sin dormir, el miedo a que les pase algo o a no saber con certeza que necesita cuando llora? ¿Y le pondrían rojo para mostrar que estamos siempre alertas y no queremos distraernos ni un instante? ¡Cuántas pinceladas tendríamos para agregar! Seguramente cada cuadro sería totalmente diferente y quedaría plasmada una obra de arte única y con movimiento, porque depende el momento le cambiaríamos algunos colores.

En este marco llega el momento de decidir qué hacer cuando se termina la licencia por maternidad. Existen varias posibilidades:

• Dejarlo con los abuelos u otro familiar
• Contratar una persona que se quede en casa con el bebé
• Llevarlo a un jardín maternal

¿Cuál será la opción más adecuada? A todas ellas les encontramos la contra y nada nos termina de convencer. Por momentos decimos “dejo de trabajar”… porque la angustia que provoca pensar dejar a nuestro hijo tan chiquito es muy fuerte y se mezclan sentimientos. Por un lado ganas de recuperar nuestro rol profesional o laboral, nuestro lugar como mujer productora y por otro, la culpa que genera pensar en dejar al bebé.

Y la sociedad no nos hace fácil la tarea con todos los consejos y comentarios que se reciben de parte de amigos y familiares. ¡Qué difícil decisión!

 Lo importante más allá de la decisión es saber que:
• Los hijos necesitan la tranquilidad de mamá y papá para sentirse ellos tranquilos; la confianza para ellos sentirse confiados; la seguridad para sentirse seguros.
• Los responsables de la crianza de los hijos son siempre mamá y papá aunque pasen muchas horas sin su presencia.
• Quienes resuelven la manera de organizar la rutina y la actividad del bebé son los papás.
• Los niños necesitan momentos compartidos más que horas transcurridas.
• Como padres hay que poder convivir con la ambivalencia que se siente entre nuestros diversos roles y donde se pone en juego también nuestra propia crianza.

La primera opción, dejarlo con abuelos, genera tranquilidad porque lo dejamos en un lugar donde fue criado alguno de los papás.
Pero a la vez es difícil poner los límites o el marco necesario para que quede claro que los abuelos cumplen una función importantísima de cuidado, pero no de decisión en cuanto a la crianza. 
La segunda opción, dejarlo con una persona en casa, permite poner más fácilmente las reglas de juego, pero es una persona ajena que tendrá que demostrarnos que es competente y darnos la seguridad que necesitamos para irnos tranquilos.

La tercera opción, jardín maternal, te brinda la tranquilidad de dejarlo en un lugar a cargo de profesionales que se dedican a la primera infancia y se prepararon para ello pero no están en casa y tienen que compartir la figura de apego con otros niños.
 Estos son algunos ejemplos de los pro y contra de cada opción. Considero que lo importante es plantear lo más abiertamente posible todas las opciones, pensar lo que nos parece positivo y negativo de cada una y evaluar teniendo en cuenta los criterios de ambos padres. Sea cual sea la determinación hay que acompañarla con firmeza y seguridad; de ella dependerá el éxito.

Sabemos que los niños pequeños necesitan:

• Un ambiente tranquilo, cálido y con una persona significativa como referente para estar bien.
• Respuestas rápidas a sus necesidades físicas y emocionales.
• Una persona que utilice la palabra para comunicarse y comunicarle todo lo que sucede a su alrededor.
• Ser considerado como “sujeto” que percibe y entiende más allá de las palabras que están dirigidas a él.
• Un interlocutor que esté atento a entenderlo e interpretarlo para accionar en consecuencia.
• El mayor tiempo posible a los papás dispuestos a aprovechar el tiempo disponible.
• Y por supuesto ser querido, cuidado y respetado.

Lic. Silvia Chapov
 – Docente – Psicopedagoga


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