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Embarazo y toxoplasmosis

Embarazo y toxoplasmosis

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La toxoplasmosis es una enfermedad aguda producida por un protozoario: el toxoplasma gondii y el principal huésped intermediario es el gato.

En los adultos la forma de infección más común es la vía digestiva, al consumir carne contaminada y mal cocida (a menos de 56º). Existen otras formas de infección de menor importancia, como la vía cutánea, a través de piel lesionada en contacto con heces, saliva o moco nasal de gatos infectados; la vía respiratoria y la conjuntival.

No existe transmisión persona a persona, excepto la transmisión materna durante el embarazo que puede dar origen a la toxoplasmosis congénita. Posteriormente, durante la lactancia, no existe riesgo de infección. La infección aguda puede pasar desapercibida o presentarse como un cuadro gripal con o sin fiebre, con ganglios de mayor tamaño y aumento del número de glóbulos blancos.

El Toxoplasma Gondii puede transmitirse por vía transplacentaria al feto in útero, pero esta forma de transmisión sólo es posible si la infección es adquirida por la madre durante el embarazo. La infección materna causa síntomas solamente en 10 a 20 % de los casos, pero la ausencia de manifestaciones clínicas no evita los riesgos de infección para el feto.

Durante la gestación, esta infección puede provocar reabsorción del embrión, abortos espontáneos, prematurez, retardo del crecimiento intrauterino, infección placentaria con o sin infección fetal o dar lugar al nacimiento de un niño no infectado. Las grandes diferencias dependen de la intensidad de la infección, la virulencia de la cepa, la duración de la incubación placentaria, el tipo de infección materna, el grado de afectación del feto y el momento de la gestación.

Si la infección por toxoplasmosis se produce durante la gestación, el parásito atraviesa la placenta y llega al embrión a través de la sangre en un 40 % de los casos.

Debido a que el toxoplasma tiene una virulencia moderada, si el feto es atacado en el período en el que es capaz de elaborar anticuerpos, puede iniciar un proceso de curación, con o sin secuelas. A partir de la segunda mitad del embarazo el parásito es capaz de atravesar más fácilmente la membrana placentaria, porque luego del cuarto mes de gestación aumenta la permeabilidad placentaria y favorece el intercambio de sustancias. Si el resultado es la infección del feto, después de “anidar” por un tiempo en la placenta, se produce una infección generalizada inicial y posteriormente el parásito se localiza en el sistema nervioso central, donde puede provocar encefalitis.

La colaboración del obstetra es fundamental, ya que si durante el embarazo existe la sospecha de infección por toxoplasmosis o se confirma la infección materna en los controles sanguíneos de rutina, se debe realizar el estudio histopatológico de la placenta.

El pediatra debe realizar el diagnóstico de enfermedad en el recién nacido, con la demostración de anticuerpos para toxoplasmosis, estudio histopatológico de la placenta y persistencia de títulos altos de anticuerpos antitoxoplasma.

Es sumamente importante para el pediatra, considerar como antecedente la serología para toxoplasma que se realiza en forma sistemática durante el embarazo, ya que es la única forma de detectar los casos de primoinfección durante la gestación, con el objeto de programar una adecuada pesquisa en el recién nacido y un estricto seguimiento del niño, que permita detectar casos de toxoplasmosis congénita asintomática, cuyas lesiones neurológicas aún no se han instalado y pueden ser evitadas con tratamiento precoz.
Sólo los gatos recientemente infectados excretan quistes de Toxoplasma Gondii en sus heces, que son infecciosos para todos los animales estudiados, incluyendo los seres humanos. Los gatos susceptibles adquieren la infección al comer carne infectada, el parásito se multiplica en el intestino y dos semanas más tarde, se excretan quistes que perpetúan el ciclo de infección. A temperatura adecuada se vuelven infecciosos en 1 a 5 días, en el suelo o en la arena pueden mantenerse viables por más de un año, poseen una alta resistencia, pero la desecación, la ebullición y la exposición a algunos productos químicos pueden destruirlos.

La toxoplasmosis congénita es una enfermedad cuya incidencia puede reducirse.

Para eso, las medidas preventivas para toxoplasmosis deben estar dirigidas fundamentalmente a las embarazadas seronegativas (o sea a todas aquellas que no tienen anticuerpos antitoxoplasma en sangre) o a aquellas que no han sido estudiadas. Las pautas principales consisten en evitar el contacto con gatos vagabundos, con lugares donde han tenido cría o con material contaminado por sus excrementos.
Abstenerse de consumir carnes crudas o poco cocidas, realizar un lavado exhaustivo de frutas y verduras, y no realizar trabajos de jardinería sin guantes.

Dra. Silvina Cuartas
 Médica Pediatra
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