Hijos únicos

Deben aprender a compartir; saber que a veces se gana y a veces se pierde y tener en cuenta que los otros son iguales a ellos, aceptando sus opiniones.

La mayoría de las madres, hoy en día, trabajan fuera de sus hogares, muchas parejas se separan, se producen nuevas parejas… La verdad es que, en medio de todo esto, hay muchos hijos únicos.
Los hijos únicos tienen “mala prensa”; tienen fama de caprichosos, consentidos, mimados… Muchas veces, es así, pero ser hijo único no lo determina “per se”. Todo depende del tipo de educación que reciben de sus padres.
Educar al hijo único
Ser padre de un hijo único también puede convertirse en un problema si no se está preparado para ello. En numerosas ocasiones estos padres se sienten “culpables” de la soledad de su hijo.

Ellos son los “responsables” de que no tenga ese hermanito que, en ocasiones, tanto añora.
Es precisamente ese sentimiento de culpabilidad el que hace que interfieran permanentemente en su vida.
Para no fracasar en esta tarea, lo mejor es saber cuáles son los peligros que se corren.






El primero de ellos deriva, fundamentalmente, del hecho de que no pueden compartir en la casa experiencias con otros iguales; no hay otros pares con quien pelear y esto trae aparejado que no aprenden que a veces se gana y a veces se pierde.
Los hijos únicos tampoco saben compartir espacios, juegos, o tomar decisiones junto con otros de igual edad. Todo se centra en él; todo es para él. Siempre es el mejor o el peor, pero en cualquier caso tiene asegurado un lugar privilegiado en el corazón de sus padres.
Conocer estos riesgos puede ayudar a los padres a prevenir y fomentar que sus hijos desde muy pequeños jueguen con otros, enseñarles a compartir, a perder, a expresar su agresividad, a pelear y sobre todo, a tener en cuenta el sentimiento de los demás.
Los padres no deben sobre protegerlos; el niño tiene que aprender, desde pequeño, a luchar para conseguir lo que quiere.
Tampoco es positivo que el niño esté siempre rodeado de adultos; hay que fomentar todas las oportunidades que tenga, de estar con sus pares. Y cuando lo hace, hay que dejarlo que arregle sus diferencias y peleas con los otros por sí mismo.

Hay que buscar actividades deportivas y lúdicas en las que aprenda a competir y compartir experiencias con otros de igual edad.
Pero, en la otra mano, ser hijo único también tiene sus ventajas.
Cuando se han sabido evitar los inconvenientes que el ser hijo único trae consigo, lo que restan son ventajas.
Algunos estudios coinciden en atribuir a éstos mayor capacidad intelectual debido a la mayor atención y estimulación que reciben. Además, son niños muy seguros gracias a la estrecha relación que ha establecido con sus padres.
Acostumbrados a ser el centro de la casa, con frecuencia son líderes de grupo y saben hacerse querer.
Los hijos únicos disfrutan de afecto, lo que les da seguridad.
El ser valorado les enseña a valorase. Conocen la soledad y precisamente por ello es habitual que desarrollen habilidades sociales.
Si los padres logran educar a estos niños eludiendo los peligros mencionados, convertirán los riesgos que conlleva ser hijo único en una de las mayores cualidades para moverse por la vida.

Lic. Amalia Novatti
Psicóloga

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